Sus ojos habían perdido el brillo
que me tuvo enamorada durante mucho tiempo. Sus labios… ¡ay, sus labios!
Tampoco tenían ese sabor a roble que me brindaba cada vez que regresaba del
trabajo. La filoxera tuvo la culpa. Un monstruo que se había tragado nuestros
viñedos, todos nuestros sueños; que se había reído de “los “pies americanos” y
los suelos arenosos, que había llegado sin mascarillas ni confinamientos, para
arruinar igualmente nuestras vidas con la misma inmisericordia. ¿Pedro? Pedro
pasa las horas muertas aplicando su particular venganza contra quién sabe
quién, disecando cárabos en soledad, masticando recuerdos en blanco y negro.
Paraliza sus corazones comprimiéndoles el tórax con sus propias manos para no
dañar las plumas, sustituye luego su cuerpo por viruta, les coloca unos ojos
artificiales, sin brillo, y deja que su espíritu se retuerza sobre una cepa
barnizada, de las muchas que almacena todavía en las bodegas.
Finalista I Certamen de Microrrelatos Torrepadre. (Octubre 2021, Vinos Torrepadre). Diputación de Burgos - Arlanza - Torrepadre Se Mueve.
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