20231219

"Quimeras de oropel"

 

Por casualidad, he visto que la Fundación Montemadrid ha publicado un relato mío en su calendario del 2024. Yo finalista en su V edición (Certamen Carmen Alborch) y sin saberlo. Hala, un Cartier y el mes de julio enteritos para mí.

Eran las cinco de la tarde, las cinco en punto de la tarde cuando su entrenador lo cogió por la cintura y lo colgó de la barra con la sequedad de un matarife. Enmudeció la grada, se detuvieron los relojes. Luka Dimitrov comenzó a girar vertiginosamente como las manecillas de un reloj dislocado, en busca del oro olímpico, en busca del vórtice donde remansan los sueños. Hubo un síncope en todas las gargantas, en los pulmones, en las pantallas. El tiempo desapareció de las muñecas. Luka siguió girando y girando sin encontrar el momento de la suelta, cada vez más rápido, sediento, insaciable, con el hambre que da la juventud. Ícaro obstinado, sobrepasó nubes y estrellas en busca de la eternidad que le estaba esperando en el centro de la gloria. Un vuelo limpio, definitivo, sin retorno. Un salto mortal de los que solo se pueden realizar una vez, una sola vez si se hace con la perfección que lo hizo Luka Dimitrov.

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