Cuántos momentos se lleva inevitablemente el olvido, querido José. El pasado día 2 estuvimos allí, contigo, para compartir abrazos y versos, pues no existe mejor herramienta para cauterizar el dolor. Quise entonces hacer propio y dedicarte aquel canto enorme de Miguel Hernández a Ramón Sijé, y quiero ahora hacerte también un hueco en este pequeño rincón de mi memoria. Hasta siempre, José.

No hay comentarios:
Publicar un comentario